jueves, 4 de noviembre de 2010

Conversaciones serias

Hace unos días, tú y yo tuvimos nuestra primera conversación madre-hija. Fue algo serio, fundamental para la conservación del mundo, de la existencia humana, de la rotación terrestre... 
Hablamos, hija. Hablamos y me sentí la mujer más afortunada del universo, por poder compartir contigo lo que pienso, por que tú compartieras conmigo tus emociones. Sí, hija, fue una conversación hermosa, productiva, trascendental... tan trascendental, que sólo podíamos entenderla nosotras dos.
Esa noche, ante papá, que nos filmó, intercambiamos "agús", "brrrrs", "a-ga-gurrrrrrrrs" y grititos de emoción o descontento, para, durante varios minutos, decirnos lo que queríamos. Luego, la conversación terminó con un beso, de esos tiernos que me das, babeándome la cara y haciéndome sentir la más afortunada criatura del planeta, por tenerte.
Hoy, quiero darte las gracias, hija, por esos momentos, por compartir tus sentimientos conmigo, por "hablar" y escucharme (porque cada balbuceo que te daba tenía un significado bien claro, que tú conoces). Quiero que sepas, princesa, que siempre estaré ahí para escucharte, para hablar, para abrazarte y decirte que te amo... siempre, siempre, aunque estemos lejos o yo ya no esté aquí, tendremos esa mágica forma de comunicarnos...
Aaaa-gu-gaaaarrrr, buum, gaaa, tás! Iiiiia! (Te amo, hija, con toda mi alma! Síii!! :D)

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